Reflexión
Esta semana tuvimos, junto con mi clase de sociolingüística, la oportunidad de presentar nuestro pequeño proyecto de investigación sobre violencia y paz lingüística. En mi caso, el proyecto fue sobre la violencia estética, tema que llamó mi atención luego de escuchar un podcast sobre gordofobia en el que se hablaba de que el refrán “se armó la gorda” reproducía la violencia estética hacia la gordura. Realmente me sorprendió escuchar eso, nunca antes lo había pensado y me hizo darme cuenta de la facilidad que existe en promover o reproducir ideas negativas sobre los cuerpos, en actos tan sútiles y aparentemente imperceptibles que suceden todos los días.
Igualmente, presentar mi proyecto al público ocasionó lo mismo en aquellos que me escucharon y realizaron las actividades que se proponen en la infografía que realicé. Es interesante cómo subyacen ideas en nuestro día a día sin que nos demos cuenta, y que no relacionamos con formas de comportarnos o de percibir la realidad que hemos adoptado de la sociedad. Sabemos que adoptamos estereotipos de belleza impuestos, pero no sabemos cómo. Por eso, hacer ese tipo de investigaciones y de ejercicios de promoción resultan tan impactantes para todos nosotros; y me incluyo porque yo también reflexioné sobre lo que digo y lo que creo, me puse en duda a mi y ayudé a los demás a ponerse en duda a ellos mismos.
Sin embargo ponerse en duda no es fácil, y de las actividades propuestas, la mayoría no supo como proponer un refrán con un mensaje positivo, porque estamos acostumbrados a que se promuevan ideas negativas sobre la mujer, la vejez, la gordura y el color de piel. También, fue difícil rescatar refranes que supieramos que transmitan un mensaje positivo, porque están normalizados. Por eso, concluyo que debe hablarse más de violencia estética en los refranes que usamos, para sensibilizar y desnaturalizar dichos discursos.
Así, y como futura profesora de lenguas, creo firmemente que como docente tengo la responsabilidad de abordar estos temas en mis futuras clases para promover una transformación en la cultura y dejar de normalizar discursos violentos que existen en nuestro día a día a través de recursos como los refranes.
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